Inflamable


La conocí una noche de verano en plena ola de calor. Una de esas noches cuando el sol hace tiempo que se ha ido pero el calor aún se desprende de la acera. Bebía su copa a tragos largos como los malos en las películas del Oeste.

Era altamente inflamable. Mirarla era arriesgarse a un fuego incontrolado. Tenía los ojos negros y brillantes y una risa ligera que hipnotizaba. Iba por la vida con un paquete de cerillas y un bidón de gasolina. Yo creo que ella no era consciente. Con seguridad clamaría su inocencia si alguien le pidiera indemnización por daños y perjuicios.

Aquel verano ardió el pueblo. Ella salió sin quemaduras, apenas un rasguño que curó a los pocos días. Algunos fuegos estuvieron activos durante meses, incluso años. Yo fui uno de los damnificados. La piel todavía me quema, como cuando tomas el sol durante horas y por la noche aún conserva el calor.


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