—¡Cómo te complicas la vida!-dijo ella. A veces te ahogas en un vaso de agua.
—No es la vida sino las circunstancias.-dijo él mientras miraba por la ventana. Quizás Nos hemos encontrado en el momento equivocado.
—¿Por qué te cuesta tanto dejarte llevar?-dijo ella con la mirada en sus ojos. Las cosas a veces suceden. La vida es muy corta para vivir con el pie en el freno.
—Pero no puedo evitarlo. No sé dónde estarás dentro de tres meses.
—Pues aprovechemos el tiempo que nos queda. ¿De qué sirve pensar en los seis mil kilómetros que nos separarán?, ¿para qué andar con un caparazón? No sabemos, puede incluso que encontremos otra persona por el camino.
Ella calló de pronto como si hubiera dicho algo inconveniente. Se acercó y le abrazó. Y así es como acaba el mundo. No con un estallido, sino con un sollozo.
