Noche de invierno


Fue una noche cenando con mi padre. Recuerdo el pulso en las sienes. Las gotas de sudor recorrían mi frente. El plato humeante.

De pronto noté la mandíbula adormecida y observé cómo la sopa tomaba un color rubí.

Sentí un torrente subiendo por mi garganta y fuego en mis entrañas. Miré el cuchillo encima de la mesa.

Aquella fue la primera vez que se me pasó por la cabeza. Sólo tenía siete años entonces y aún tendría que esperar un tiempo.

Un sabor a hierro y a sal me invadía con cada cucharada. Enjugué mis lágrimas y terminé la sopa.


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